Con 39 años y una trayectoria política que le permitió ocupar una banca en el Concejo Deliberante de La Plata y, posteriormente, un escaño en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, Gonzalo Atanasof parece haber encontrado el camino para alcanzar la plenitud personal. Asegura que sus hijos Conrado, de seis años, y Delfina, de 1 y medio, le cambiaron totalmente la manera de ver, analizar y encarar las cosas, no sólo en la política sino en la vida. “Mi viejo es un tipo que también estuvo en política toda la vida y yo era el típico que en el salón de actos de la escuela levantaba la cabeza buscándolo y no lo encontraba; yo sí sé lo que se sufre esa ausencia en momentos claves”, confiesa, para luego reconocer: “de esos errores, que por ahí los padres cometen involuntariamente, es inexorable el aprendizaje”. Deportista por prepotencia del esfuerzo, jugador de tenis y rugby, capaz de reunir en su cancionero a Los Redondos, Los Piojos y Joaquín Sabina, el legislador desplegó su repertorio en una extensa entrevista con Diputados Informa, en la que también contó un traumático hecho de inseguridad que lo marcó para siempre.
-La actividad política demanda tiempo, dedicación y esfuerzo, cosas que naturalmente, se le quitan a la familia. ¿Cómo compatibiliza ambas situaciones?
-Se pueden priorizar las cosas, pero eso te lo da la experiencia. También soy consciente que todo lo que logré en mi corta carrera política fue por la intensidad de laburo que le puse desde muy chico a todo esto. Pero llega un momento en el que te preguntás qué es lo verdaderamente importante en tu vida. ¿Es la política exclusivamente? En la política tenés cuarenta o cincuenta personas alrededor, pero cuando vos realmente necesitas porque algo te pasa empezás a mirar para el costado y no quedó absolutamente nadie. Quienes van a estar es seguramente tu familia, tus amigos que no son de la política, y son tus hijos. Por ahí te tiene que pasar algo, tener un cimbronazo en la vida para darte cuenta que es lo realmente importante.
-¿Hubo algún hecho en particular que le haya provocado ese cimbronazo?
-Sí. Mi hijo Conrado me demanda permanentemente y va al hueso, sin anestesia. Me pasa unas facturas tremendas y un día me dí cuenta y me pregunté qué estaba haciendo. A ver: lo más importante que tengo son mis dos hijos y no hay dudas. Todo lo demás es pasajero en mi vida. Hoy estoy cumpliendo con un mandato popular, con una responsabilidad trascendente, pero lo que va a quedar para toda mi vida son ellos, que es lo que tengo que proteger, cuidar y fortalecer. Pero ellos están en una etapa en la que necesitan a sus padres más encima que nunca para su crecimiento. Lo digo desde la angustia, porque que yo no tuve esa oportunidad. Mi viejo es un tipo que también estuvo en política toda la vida y yo era el típico que en el salón de actos levantaba la cabeza buscándolo y no lo encontraba. Me muero si Conrado empieza a buscarme y no me encuentra, porque yo sí sé lo que se sufre esa ausencia en momentos claves. De esos errores, que por ahí los padres cometen involuntariamente, es inexorable el aprendizaje. Y fijate un caso: me pasó hace unos días que tenía una nota de televisión y, a la misma hora, una clase abierta en la escuela de mi hijo. No lo dudé y fui al colegio. A la noche, mi hijo me abrazó y me dijo: “papá, sos un fenómeno”. Por ahí tres años atrás no elegía eso. Ahora no los cambio por nada. Mis hijos se esfuerzan a diario por mostrarme cuáles son las cosas verdaderamente importantes en la vida.
-¿Es comparable su infancia con la que hoy viven sus hijos?
-Yo tuve una infancia hermosa. Recuerdo que me quedaba hasta la medianoche con los otros chicos en la esquina, y volvía a mi casa una vez para tomar la leche. Era jugar en la calle, andar en bicicleta, muchos amigos del barrio. Después de grande sufrí un episodio muy feo, que fue un asalto con secuestro. Me robaron el auto y estuve con los ladrones una hora y media; luego me llevaron a mi casa, se quedaron con nosotros tres horas más y nos robaron todo. Mi madre quiso que nos mudemos. Hoy vivo la infancia de mis hijos de manera muy diferente. Es imposible pensar que puedan jugar en la calle: primero porque yo no lo permito como padre por los peligros que hay, y segundo porque ellos tienen otra película en la cabeza, como la tablet, la computadora y demás. De hecho, mi hijo de seis años se conecta con la tecnología mucho mejor que yo, y maneja otra comunicación, con otros lenguajes, con otros valores. Es totalmente diferente.
-¿Cómo define su personalidad?
-Soy un tipo temperamental, y eso me ha jugado muchas veces en contra. Porque suelo tener reacciones espasmódicas, y es importante contar con la templanza que requiere este tipo de actividad. Yo todavía tengo brotes impulsivos. Fui concejal a los 30 años. Aprendí a hacer política en mi casa, sin querer. Mi abuelo fue senador de la ciudad de La Plata, en 1973. Él fue un personaje con un rol protagónico en el peronismo de La Plata. De hecho, hoy todavía Santiago Rayco Atanasof es reconocido en la ciudad. Luego mi viejo llegó a lo que llegó: jefe de Gabinete de la Nación, ministro de Trabajo. A los 30 años me ofrecieron ser concejal, y ahí arrancó mi carrera, más allá de la militancia juvenil que siempre tuve. En aquel momento era ser muy joven para ser concejal. Actualmente, a través de la irrupción de una nueva generación en política, ya no es una cosa tan inalcanzable para los jóvenes, y hasta es muy común que un muchacho de 25 años pueda llegar a una banca en su municipio. Me tuve que plantar en un Concejo Deliberante muy difícil, en el que logré presidir un bloque de siete concejales teniendo 30 años. Luego fui electo diputado provincial y de a poco me fui ganando mi espacio en una lógica totalmente distinta como es la que tiene la Legislatura.
-¿Y cómo se lleva con los sueños, con los ideales que proyecta, las metas por alcanzar?
-Soy un soñador, me vuela la cabeza permanentemente, pero bueno los sueños también están enmarcados en una realidad y en un contexto en el cual ya dejan de ser sueños cuando uno los transporta al plano de la realidad porque empiezan a entrar otros elementos. Pero mis sueños no pasan por la política, mi sueño pasa por la familia, yo los miro a mis hijos y mi sueño es que estén bien, que puedan crecer sanos. Sería un verdadero fracaso no haberle podido dar a ellos todo lo que a mí me dieron, y así todo, que puedan equivocarse en algún momento. Eso me da un tremendo dolor y angustia, por la manera que se vive, la inseguridad, la droga que la tenemos a la vuelta de la esquina y nos puede pasar a cualquiera, está al alcance de la mano. Esos son los grandes temores que hoy yo tengo.
-¿El deporte sigue siendo de esos privilegios que respeta casi religiosamente?
-Nosotros tenemos un grupo grande, con mi categoría de rugby, que desde hace 16 años nos juntamos todos los jueves religiosamente. Y los fines de semana también, tratamos de organizar algo a la noche. Pero también está el tema de que uno tiene que hacer cosas permanentemente, para la familia, para la pareja, para darle dinamismo a la relación, juntarte con alguien, tratar de salir, ir a cenar, por qué no un día ir a bailar, hacer cosas. A nosotros nos encanta, y a mi grupo de amigos, también. Así que eso lo hacemos permanentemente.
PING PONG
Fecha de nacimiento: 8 de febrero de 1974
Hincha de: Estudiantes de La Plata
Hobby: Deportes en general
Música: Los Redondos, Los Piojos y Joaquín Sabina.
Comida favorita: Asado
Película: Sueños para la libertad
FUENTE: http://prensa.hcdiputados-ba.gov.ar/diputados_informa/?p=3310
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